En los últimos días he recibido varios comentarios preguntándome si ya no hablo de viajes, si le he dado un giro a mi perfil, si he cambiado mi orientación. Aquí les comparto las respuestas.
Los que me conocen de cerca saben cómo he sufrido con no poder viajar. Hasta hace menos de un año fui transhumante más que nómada. Imagínense lo que supuso para una persona con una mochila como casa quedarse varado en puerto.
Confieso que han sido meses tremendamente duros donde he tenido que afrontar no sólo el cierre físico de fronteras sino la pérdida de mi identidad profesional. ¿Quién era yo sin viajes?
Por un tiempo me sentí perdido y sin rumbo. Agobiado, anclado en Valencia que aunque es hermosa nunca la imaginé como hogar.
Con mucho tiempo libre en mi haber me puse a reflexionar. Medité, cavilé, algunos días incluso lloré. Al final opté por una solución salomónica: adaptarme creativamente a la situación.
Esta fue mi decisión: virar mi viaje exterior hacia uno interno al centro de mi ser.
Viaje que, como los anteriores, estoy compartiendo con ustedes.
¿Por qué lo comparto? Porque es una forma de sentirme unido al mundo, de sentirme unido a ustedes que me han acompañado tantos años. Y si además, en algún momento consigo inspirar a otras personas a sentirse mejor, entonces quizás todo vuelva a cobrar sentido.
¿Quién soy hoy?
Pues creo que sigo siendo un nómada que transita territorios indómitos de su propio interior.
La primera parada del camino ha sido mi cambio físico. ¡Procrastiné por años este cambio! Hasta que la vida me paró y me gritó: AHORA.
Ya les hablaré puntualmente del tema viajes.
Pero quiero adelantarles que hoy por hoy mi propósito es CUIDARME, CUIDARLOS, INSPIRARME, INSPIRARLOS y APRENDER A SER FELIZ con cada momento de esta increíble aventura que se llama VIVIR.
¿Me acompañan? Si es así, les veo en el camino.