¿Alguna vez se ocultaron del espejo?

Por Alejandro Martinez Notte

No me gustaba mi cuerpo pero un día cualquiera del año 1 de la Era Covid tomé la decisión de cambiarlo.

El espejo se había convertido en mi enemigo. Sin embargo, llegó el día en el que me propuse afrontar una pérdida radical de peso.

No era la primera vez, lo había intentado otras tantas con éxito parcial pues adelgazaba, engordaba y volvía a perder en un viciado bucle que parecía no tener fin. Sin embargo, algo en mi interior me hacía creer que esta vez sería distinto.

La importancia de sentirnos acompañados

Y así fue, pues llevo bajados 27 kg. La vida me fue poniendo avatares en mi camino, personas con dones extraordinarios que me retaron y/o apoyaron para que perseverara en mi desafío.

Ya saben que en Valencia tengo un gran ángel que me cuida, Cristina Monzón Martí, que me permitió conocer a David García García, el «lobo», un personaje peculiar con cuerpo de estatua griega, voluntad de acero y corazón de oro que vive enfocado en devolver salud y funcionalidad a las personas.

Le dio la vuelta al calcetín a mis hábitos y a la forma de entender el cambio.

«Esto no es una dieta», me dijo muy serio sentando las bases de su movimiento Crosswolf; es una forma de encarar la vida.

Cambio de hábitos

Lo primero que David modificó fue mi alimentación 🥗 , convirtiéndome en devorador de suculentas raciones de comida real y enemigo declarado del gluten (sí, tuve que decir adiós para siempre al pan y las pizzas).

Luego me presentó la calistenia, una forma de entender el deporte a través de ejercicios de equilibrio, fuerza y flexibilidad donde solo usábamos el peso del cuerpo.

Me arrastró a la montaña ⛰️  y me hizo coronar los picos más altos de la comunidad Valenciana haciendo oídos sordos a mis: «¿cuánto queda todavía?». Una frase que repetía en cada cuesta empinada que me dejaba sin resuello (no sabéis lo que supone mover 147kg en pendientes con mucho positivo).

También me cambió las zapatillas 👟 de toda la vida por calzado minimalista para fortalecer mis pies.

Y por último, me enseñó a introducir micro dosis de ejercicios 🏋🏻‍♂️  durante el día convirtiendo mi mesa de trabajo en un gym improvisado.

Al lobo y su movimiento CrossWolf le debo tanto que no sería justo atribuirme el mérito de mi cambio sin nombrarlo una y mil veces.

Enfrentarse al espejo, una vez más

Gracias a mantener la constancia en los cambios y generar los hábitos más saludables para mí, gané la confianza que me permitió volver a pararme desnudo ante el espejo, acto que había evitado durante años.

Giraba la cabeza como un rayo cuando salía de la ducha para evitar ver mi reflejo en el espejo. Mi cuerpo además de hinchado sufría los estragos de las repetidas subidas y bajadas de peso que me habían dejado firmas con forma de estrías de varios colores: blancas, moradas y rojas.

Mirarme cada día al espejo se convirtió en un ejercicio obligado 🪞 

Otros métodos que empoderaron mi transición

Como un viejo vaquero del oeste me levantaba de la cama, me ponía frente al espejo y me miraba fijamente, desafiándome al repetirme frases que me brindaban confianza y seguridad: «¡soy hermoso, soy armónico, estoy delgado!».

Primero sin fe, así es como la mayoría suele empezar. Luego, cuando aprendí más sobre los decretos, introduje la emoción y más conceptos que me ayudaron a mejorar en esta maravillosa práctica que siempre recomiendo.

Aquí te comparto cómo formular un decreto correctamente.

Más tarde vendría el método Tesla.

Y, ¿sabes qué? A base de repetir y repetir de algún modo logré hackear a mi cerebro.

Un día de ese mismo año 1 de la era Covid sonreí ante mi imagen ☺️ . El espejo ya no era mi enemigo.

Volvía a estar enamorado de mí.

Trabajemos juntos